Los cavas riojanos, más próximos al champán francés que al espumoso catalán, siguen acaparando el interés del consumidor y su producción está prácticamente vendida.
Con la llegada de la Navidad, llega la hora del cava. Catalán por excelencia, quizá sus mejores versiones las encontramos muy lejos de la zona del Penedés, de donde salen cerca del 95% de las botellas que se producen en España. En terrenos de la Denominación de Origen Rioja, seis bodegas han apostado por el mercado del cava. Son Bodegas Olarra, con Añares (Logroño) y Ondarre (Viana), Mainegra (Mendavia), Muga (Haro), Bilbaínas (Haro), Faustino (Oyón) y Benito Escudero (Grávalos).
La producción del cava en España está controlada por el Consejo Regulador del Cava (Vilafranca del Penedés). Desde Cataluña se controlan las producciones de las bodegas riojanas que, en algún caso, han tenido más de un problema para poder formar parte del grupo de productores acreditados.
Más allá de los estrictos controles tanto de calidad como del proceso productivo -especialmente de la fermentación-, la doble denominación -junto a la de Rioja- les exige unos controles añadidos y un sometimiento a la normativa más estricta.Más que un problema, creen que ése puede ser su gran aval. Este hecho tiene reflejo en las ventas. El mercado, en ocasiones saturado de referencias, reserva un hueco para el cava riojano. Su consumidor es «muy fiel». Leer más.
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