El otro día al enredar entre las cosas acumuladas en mi casa natal del pueblo, descubrí una pila de garrafones amontonados y cubiertos de polvo, que delataban no haber sido usados en largo tiempo. Mientrás seguía con mi faena, mi cabeza empezó a realizar cábalas, ¿Hace cuanto tiempo que no veo alguién por ahí con un garrafón en la mano?; ¿Cuantos garrafones vacios, cubiertos de polvo, habrá en la Rioja? y ¿ Cuantos habrá en España?. Como los números se me iban haciendo muy grandes, dejé el asunto y decidí que sacaría algún momento para homenajear a este emblemático objeto aletargado por el olvido, en tan pocos años.

Tenemos aquí un ejemplo, de como en pocos años la tecnología ha desplazado uno de los útiles más usados por las familias españolas. Si bien las ventajas del uso del “Bag in Box” son evidentes para bodegas y consumidores, ?Quién me iba a decir a mí, que el uso de la palabra “Garrafón”, iba a quedar relegado a licores de poca calidad y origen desconocido?

El garrafón, sin poder evitarlo, me lleva a recuerdos de mi infancia, cuando el vino era vino y punto, en casa se bebía en porrón y en el campo en bota, sirviendose sólo en vaso en contadas ocasiones, debido principalmente, a la inexperiencia de los invitados en captar líquidos al vuelo.

El garrafón, formaba parte de la evolución hacía la madurez, el que un padre encargase a su hijo la importante misión de traer unos garrafones de vino a casa desde la bodega, daba fe de su confianza en el y en su criterio. Los he transportado en burro ( a los que se les colocaban las “enganillas”, útil específico para este cometido), en carrito, en bicibleta, en moto y luego ya en coche. Los había de cántara, de media cántara, de cuarto y otros de medidas no estandar, siendo los de cántara los más utilizados, pués como se decía en mi pueblo, “pa qué hacer 2 viajes”, y es que hay muchas cuestas.

La Real Academia Española, nos lo define como damajuana o castaña y expresión coloquial de garrafa, a la que a su vez define como vasija esférica, que remata en un cuello largo y estrecho y sirve para enfriar las bebidas, rodeándolas de hielo. Pero yo lo definiría como un recipiente de vidrio con protección exterior, de capacidad variable, utilizado para el trasporte y guarda corta de vinos.

En cuanto a la definición de la RAE, Damajuana, este envase se sigue utilizando de forma habitual en Sudamérica, siendo el bastión del consumo familiar de vino y tiene una bonita historia.

Esto es una hecho que sucedió en México, en la década del ’50 del siglo XIX. En un pueblo en la afueras de lo que hoy es Tijuana, una mujer de aspecto regordete, acentuándose en su caderas y piernas, salio a comprar vino para su marido, pero hete aquí su sorpresa, al ver que su marido, el vidriero del pueblo, había cambiado su botella de ancho pico por una botella de pico mas refinado, pero con cuello que se abre tanto como 4 o 5 botellas juntas y desciende sin afinar.

La mujer llamada Juana de los Milagros González, salio a hacer sus compras diarias al mercado del pueblo, pero al llegar a comprar su vino, grande fue el asombro del comerciante y los demás compradores. Luego de un tiempo La Dama Juana, como se la conocía en el pueblo, se acostumbro y hasta saco ventajas en el uso de estas botellas tan grandes. En el pueblo se la veía pasar a La Dama Juana con el botellón, y la gente decía ahí va Juana con el botellón, o ella dejaba el mismo para que se lo llenen mientras hacia sus otras compras, la gente preguntaba de quien ese botellón, a lo cual respondía, es de la dama Juana y siempre recibía la misma respuesta, es obvio si son iguales que ella, pero mas chiquitas, seguido de risas generales, y subestimando su utilidad.

Poco a poco, la gente fue viendo la práctica utilidad de la misma y fueron adoptándola en su hogar; pero al comprarla no sabían como llamarla, ni como pedirla, y decían, me da una botella de Dama Juana; y con el tiempo se transformo en, “me da una Dama Juana”, con lo que el vidriero del pueblo, la bautizo como damajuana; y su primera decía:”no compre Barriles, grandes e incómodos, Use Damajuanas y aproveche ese espacio entre el cobertizo y el establo para tejer”.
Así es como hoy todos conocemos,  a nuestra querida DAMAJUANA.