Rioja estaría dispuesta a renunciar a la exclusividad de marca que ha defendido históricamente,

hasta el punto de que las bodegas riojanas se dieron en su momento de baja de la Federación Española del Vino por este conflicto-, pero siempre y cuando se fijen determinados parámetros y criterios a la hora de emplear una misma denominación comercial para vinos de distintos orígenes.

Hasta ahora una marca que opera en Rioja no puede hacerlo en otra región con el mismo distintivo. El problema es que, pese a que la exclusividad ha sido el criterio que históricamente ha mantenido el Consejo Regulador, varias sentencias, al amparo de la Ley del Vino del 2003 que entiende que no puede limitarse la estrategia comercial empresarial, han ido dando la razón a los operadores que han utilizado una misma identidad para vinos de diferentes regiones vitícolas.

En este sentido, los servicios técnicos del Consejo Regulador intentan llegar a una solución intermedia que pasaría por admitir que una misma marca pueda operar en varias zonas, aunque salvaguardando unos mínimos pactados sobre la claridad con que se expresa el origen en las etiquetas fundamentalmente.

Esta norma beneficia en exclusiva a los grandes grupos vitivinícolas instalados en Rioja y las bodegas pequeñas y los productores, en principio, no quieren renunciar a la exclusividad, lo que en su momento impidió la aprobación de la propuesta de los servicios técnicos.
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