Desde hace más de un siglo, la ciencia española preocupa por su escasa eficiencia y la dificultad de avanzar hacia posiciones de países adelantados. Los esfuerzos estatales se redoblan y apenas se logra nada. Nuestra experiencia, utilizando el pensamiento y experimentación para el mundo rural y desde el mundo rural, puede ser elocuente. Esta experiencia nos permite considerar las causas del retraso de la ciencia española.
Se considera como camino clásico para desarrollar estudios científicos el proceso de búsqueda de tema, el desarrollo de la investigación y la utilización de las conclusiones. En nuestro criterio ya viene lastrado el alcance de la investigación.
Búsqueda: Un fuerte sentimiento de inferioridad científica fuerza a nuestros investigadores a buscar temas en congresos y publicaciones foráneos. Esto ya supone renunciar a hacer investigación de vanguardia.
Desarrollo: Se cree imprescindible una dotación instrumental y de métodos abundantes, recayendo gran parte del esfuerzo en dispositivos muy caros y limitantes.
Utilización de resultados: Se considera como meta redactar el estudio en inglés y publicar en revistas de renombre mundial, buscando la aprobación académica internacional. Otro error.
Y cada vez las autoridades anhelan lograr un gran impulso, pero a través de métodos que han sido un fracaso durante un siglo, pues no sirven para avanzar.
Nuestra dedicación desde medio siglo al desarrollo rural a través del estudio nos ha hecho ver que debe darse la vuelta a todo, sin tanteos, sino directamente hacer todo lo contrario. Parece una actitud «celtibérica», pero da resultado y es económica.
Búsqueda: Nada de buscar fuera. Calar en el ambiente y entorno rural próximo y definir sus problemas y elevarlos a objetivos de estudio. Buscar en nuestras raíces.
Desarrollo: Menos aparatos y más pensamiento, reduciendo la investigación a casi la sutileza de un silogismo con mucha, mucha observación y experimentaciones simples.
Utilización de resultados: Prescindir de publicaciones académicas foráneas. Publicar en nuestra lenguas y de un modo asequible para ser utilizado directamente por el medio rural. El éxito no es que los sistemas académicos mundiales de prestigio lo reconozcan, sino que nuestra agricultura (en nuestro caso viticultores y bodegueros) ocupen posiciones cada vez mejores. Que vivan mejor a través de nuestro pensamiento.
En esta línea podemos recordar nuestro tema de las semillas. Desde años venimos dando la tabarra a los riojanos con que interesa uva con pocas semillas. Que tiene relación indirecta con el color, indirecta con la calidad e indiferente con el grado. Esto surgió de la preocupación local sobre uva de calidad. Observamos relaciones y ahora estudiamos cómo hacer uva con pocas semillas.
Los resultados los pasamos a todos los riojanos pronto. Se ha creado en Rioja una conciencia simple de uva de calidad y de sus génesis y ahora conocemos que estas relaciones nuestras han llegado a conocimiento de enólogos argentinos y ya lo aplican para mejorar sus vinos.
MANUEL RUIZ HERNÁNDEZ ENÓLOGO. (ver otros artículos)
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