“El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. Percibo mucho miedo en ti.”
Star Wars. Episodio I. La amenaza fantasma, 1999.
Esta claro que tanto el vino como el cine son generadores de emociones, que no harán los 2 factores combinados.
Vamos a verlo, pero antes un poco de reflexión,
Qué es Emoción:
Se entiende por emoción el conjunto de reacciones orgánicas que experimenta un individuo cuando responden a ciertos estímulos externos que le permiten adaptarse a una situación con respecto a una persona, objeto, lugar, entre otros. La palabra emoción deriva del latín emotio, que significa “movimiento”, “impulso”.
La emoción se caracteriza por ser una alteración del ánimo de corta duración pero, de mayor intensidad que un sentimiento. Por su parte, los sentimientos son las consecuencias de las emociones, por ello son más duraderas y se pueden verbalizar. Las emociones son las causantes de diversas reacciones orgánicas que pueden ser de tipo fisiológico, psicológico o conductual, es decir, son reacciones que pueden ser tanto innatas como estar influenciadas por las experiencias o conocimientos previos.
Existen diversos tipos de emociones que se clasifican en un orden que va desde las más básicas a las emociones aprendidas en diversos contextos.
- Emociones primarias o básicas: son aquellas que son innatas y que responde a un estímulo. Son: ira, tristeza, alegría, miedo, sorpresa, aversión.
- Emociones secundarias: son aquellas que se generan luego de una emoción primaria, vergüenza, culpa, orgullo, ansiedad, celos, esperanza.
- Emociones positivas y negativas: son las que afectan las conductas de las personas, por lo que algunas emociones pueden generar acciones o reacciones positivas como alegría o satisfacción pero, hay otras emociones que provocan sentimientos perjudiciales para el individuo.
CINE Y EMOCIONES
Independientemente de las razones, la certeza es que el cine emociona: las películas nos hacen reír, gritar, llorar, suspirar… Decía Aristóteles que nos emocionamos cuando vemos una tragedia porque los actores, tras muchos ensayos y gracias a su habilidad y su talento, son capaces de generar una conmoción real. Es decir, un buen actor (como Marlon Brando) se desliza entre lo real y lo ficticio y llega a ser el personaje que interpreta mientras lo está interpretando, por lo que está transmitiendo algo que es real aunque esté enmarcado en dos horas de ficción.
El cine logra la decodificación emocional porque “las imágenes los sonidos y las historias que contienen las películas nos llevan a una reflexión sobre nosotros, sobre los otros y el mundo. Es más, el cine proporciona estímulos que activan fragmentos de recuerdos algunos dolorosos pero eficazmente guardados. Un cine es un agitador de la propia historia”.
Debemos subrayar la inmensa capacidad del cine para transmitir un conocimiento directo, vivo, real de acontecimientos y sucesos sociales. El cine no sólo llega a la inteligencia de las personas, sino también conecta con sus emociones, para generar motivaciones y para facilitar
el compromiso de las personas con el cambio. Cambio que se puede producir o favorecer a partir de la realidad más inmediata.
EL VINO, ¿BEBIDA EMOCIONAL?
El vino tiene una serie de propiedades como son su color, sus aromas y su sabor, que enlazan directamente con nuestros sentidos. El vino a través de nuestros sentidos, los nervios sensoriales, y el procesamiento mental, puede generar una serie de emociones en nosotros.
De todas las sensaciones que nos produce tomar una copa de vino, la más directa es el olfato. El aroma de un vino es capaz de evocar recuerdos y las emociones asociadas a esos recuerdos. ¿Quién no asocia un olor determinado con su infancia, un país o un viaje?
Además de generar emociones debido a la asociación con recuerdos y acontecimientos del pasado, también al degustar un vino se pueden generar emociones de manera directa: alegría, sorpresa, tristeza, melancolía, asco y miedo…
En este aspecto el sentido del olfato, cumple un papel muy importante. Es 10.000 veces más sensible que el sentido del gusto y puede detectar miles de aromas diferentes y llega directamente a nuestro cerebro más primitivo. Estas sensaciones unidas a nuestras emociones hacen del vino una bebida con la que cada consumidor vive una experiencia única a través de las emociones que provoca.
Hay un vino para cada momento, hay vinos que nos ayudan en la búsqueda de inspiración, de motivación, los hay de chimenea y de celebración después del esfuerzo o ante una buena noticia, podemos buscar un vino según el momento y la situación. El factor emocional forma parte del vino, acompañando en cada momento a las características sensoriales, la emoción, sin duda, es uno de los beneficios que trae el vino bebido con moderación.
En realidad, no todo es tan distinto. El vino, al abrirlo, transmite emociones, recuerdos, sensaciones. La cuestión es que la botella todavía cerrada, también debe ser un vehículo de comunicación, capaz de generar esas emociones, esa primera buena impresión y transmitir que hay en su interior. Que transmita esos valores que queremos que el cliente perciba. El diseño tiene la labor de seducir, informar y de provocar una respuesta emocional. Y ahí radica todo, en las emociones. Y el vehículo de estas emociones es el diseño. Hoy en día ya encontramos muchos envases, nombres y etiquetas verdaderamente imaginativas y rompedoras, sobre todo en un sector en el que la tradición todavía tiene mucho peso.
La frase acuñada por la Universidad de Adelaida (Australia): “Emotion is the key to wine marketing” puso de manifiesto la gran importancia del valor emocional del vino.
Desde entonces el “storytelling”, siempre partiendo de vino con un buen perfil sensorial, ha aumentado positivamente su cualidad perceptiva mediante connotaciones emocionales proveniente del paisaje, antigüedad del viñedo y de la bodega, premios, suelo, enólogos, vinificación especial, etc., que le crean una rica historia y lo hacen muy atractivo para los consumidores. Incluso son actualmente muy comunes los nombres de vino que hacen referencia directa a un estado emocional como la pasión, las lágrimas, la fuerza, el amor, la amistad, la pelea, la enemistad, la guerra, la envidia, la insistencia, entre otros. No hay mayor verdad que aquel viejo dicho que afirma que “los grandes vinos son buenos vinos con grandes historias”.
Así, deducimos que el vino con amigos sabe mejor, aumenta la sensación de placer, nos evoca recuerdos familiares y transportan a otros lugares.
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