Muerto el burro, la cebada al rabo.
Tipo: Refrán
Idioma: Español
Ideas clave: Inutilidad – Oportunidad
Significado: Reprende a quienes pretenden ayudar o poner remedio fuera de tiempo, cuando ya es demasiado tarde y ha pasado la ocasión oportuna, por lo que ya no puede surtir efecto.
Marcador de uso: En desuso
Fuentes: Fuente oral
La Consejería de Agricultura del Gobierno de La Rioja abrió el pasado día 11 de abril, el plazo para que los viticultores que cultivan viñedos de más de 50 años de edad, puedan acogerse a la nueva línea de ayudas agroambientales prevista en el Programa de Desarrollo Rural 2015/2020. La nueva medida supondrá una prima anual de 600 euros por hectárea, siempre que el viticultor asuma el compromiso de cultivo durante al menos cinco años.
En este sentido, la medida se justifica dentro de un objetivo de preservación del material genético autóctono y original, previo a la estandarización de clones con el desarrollo de los viveros a partir de los años 70 y especialmente los 80, así como frenar el arranque de cepas históricas y la conservación del paisaje y de la biodiversidad.
Según los datos oficiales el 6,5% del viñedo de La Rioja (comunidad autónoma), unas 2.750 hectáreas (muchas me parecen), cumpliría con la condición exigida de estar plantado desde hace al menos 50 años, lo que supondría el reparto de 1,65 millones de euros anuales, entre los propietarios de dichas viñas.
Se debe tener en cuenta, que desde los años 90, también con fondos comunitarios y ayudas de hasta el 50%, los planes de reestructuración de viñedo, unidos a los escasos ingresos que proporcionaban estas viñas, dado que las bodegas nunca han retribuido en su justo valor la calidad de estas uvas, han provocado la desaparición de la mayor parte de los viñedos riojanos antiguos.
La misma medida contempla también ayudas a la conservación de olivos de más de cien años de antigüedad, así como viñedos ecológicos y mantenimiento de cubiertas vegetales.
Álava, en su linea, aprobará también, unas medidas parecidas, pero diferentes.
Como siempre vamos tarde, la inmensa mayoría de los viñedos riojanos, injertados de cabeza en el propio terreno, muchos sobre barbados de Rupestris de Lot, con púas seleccionadas por el propio viticultor de multitud de vides y parcelas, de manera que no salían 2 cepas iguales, han desaparecido. Eso si, de forma subvencionada.
Viñas con cuestas, en laderas, culminando cerros y colinas, limitando barrancos. Hoy en día han sido desplazadas a terrenos fértiles, llanos, mecanizables y con riego; ocupando incluso, las vegas de los ríos que antaño fueran esparragueras y huertas.
Las parcelas que perduran, en muchos casos se encuentran en estado de semiabandono, con herbicida, poda y poco más. Sirviendo exclusivamente para hacer hueco a los excesos de uva que producen viñas más jóvenes y productivas, quedándose en muchos casos incluso sin vendimiar; dado que no sale rentable meter allí a la cuadrilla, ya que no les cuadra a destajo.
Queda ahora en manos de la administración, controlar a quién se reparte todo ese dinero. A ver si resulta que nuevamente vamos a subvencionar a quién menos lo merece. ¿O sí?
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