
Todos los días, al acabar la jornada en la fábrica, una vez en la calle, los cuatro se reencontraban en el “Bache de Julián”(En Cádiz, a los escasos bares que quedan donde se acostumbra sólo a beber y dialogar, y frecuentados generalmente por pequeños grupos de hombres se les llama “bache”, y con menor uso “tasca”), donde degustaban un exquisito caldo.
Posiblemente néctar enviado para ellos directamente por Baco, a quién Pepe respetuosamente llamaba “Brancisco”, ya que decía no tener confianza con él.
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